22 julio 2007

El risotto de Toño


Desde luego no se lo inventó él, pero como fue quien me enseñó cómo se hacía y el que me pasó la receta (tras previa cata en su hogar), pues me parece que bien merecía el título del post.

Bien: éste es el "risotto in bianco", es decir, el risotto puro y duro, pelado, sin más ingredientes añadidos. ¿Qué necesitais? Para cuatro-cinco personas:

a) 500g de arroz arborio. Hay otros tipos de arroz que también se usan para este fin, pero éste está muy rico y es fácil de encontrar en el supermercado. Sin ir más lejos, Nomen comercializa arroz especial para risotto de esta variedad. Es un grano pequeño, ligeramente curvilíneo, y parece tener una perlita en su interior.

b) Litro y medio de caldo. Podeis usar un caldito de pollo de los de toda la vida o un caldo vegetal. A mí me gusta suavecito y prefiero el vegetal (se puede cocer por un ejemplo una cebolla, puerro, pimiento, zanahoria, etc...).

c)125 gramos de mantequilla.

d) 1 cebolla picada menuda.

e) Vino blanco.

f) Sal y pimienta negra recién molida.

g) Queso parmesano rallado.

Os aconsejo que no os pongais a hacer el risotto un día en el que esteis apurados o con prisas. Requiere paciencia y calma, y muchas ganas de revolver con vuestra cucharita de madera. Elegid una olla en la que sepais a ciencia cierta que jamás se pegará y manos a la obra:

En el hornillo vecino dejais el caldo que habreis cocinado previamente bien calentito, al borde del hervor. En la olla donde querais preparar el risotto echareis la mitad de la mantequilla y la cebolla picadita. La haceis a fuego lento, con paciencia, hasta que esté doradita y tierna, sin que en ningún momento se queme lo más mínimo y evitando que la mantequilla se queme o pegue. Paciencia y darle al palito de madera todo el rato...

Dorada la cebolla, echais el arroz y removeis bien fuerte para que se cubra de mantequilla y se caliente por dentro. Este momento se llama "tostatura" (o eso me han dicho) y lo ideal es que dure medio minuto, más o menos. Añadimos un buen chorro de vino y movemos bien el arroz para que se reduzca rápido.

Y ahora nos disponemos a cocinar el arroz durante
quince-veinte minutos: se va añadiendo el caldo cazo a cazo. Cada vez que añadimos un cacito de caldo, movemos un poquito el arroz y esperamos a que se reduzca totalmente. Antes de añadir un nuevo cazo siempre debe haberse consumido por completo el anterior. El arroz apenas puede hervir, por lo que el fuego debe seguir bajito. El arroz debe quedar cremoso y hecho, pero todavía firme.

Agotado el caldo, probamos el arroz y salpimentamos. En ese momento añadimos el resto de la mantequilla. Echamos por encima el parmesano y tapamos la olla. Lo dejamos reposar un par de minutos para que el queso se funda y el arroz quede en su punto. ¡Listo!

Sobre esta base, podeis cocinar una amplísima variedad de risottos y todos están estupendos: el de Génova lleva tomates; lo hay con guisantes, con setas, con espárragos, con carne. Experimentad, que es imprescindible.

¡Bon apetit!

PD: No me he acordado de sacarle foto al risotto que he perpetrado hoy, así que para compensar os dejo uno muy decorativo que seguro que es del gusto de Yhebra, tan amante de todo lo que huele a Japón: risotto al wasabi con huevas de salmón. ¿Bonito, verdad?

20 julio 2007

Como sorprender a tus invitados sin gastarse más de un euro.



GULAS CON ALMEJAS

Ingredientes:
§ 1 paquete de spaguettis marca Día.
§ 1 kg de conchas de las almejas que os trajisteis el verano pasado de la playa de la isla de Arousa.
§ 1 hoja del ficus que teneis en el portal de casa.
§ aceite de la lata de bonito que usásteis para los macarrones que comísteis la semana pasada.
§ 1 diente de ajo que gorroneis a vuestro vecino
§ 1 pizca de sal que, ya que teneis que hacer el viaje, aprovechareis tambien para gorronear a vuestro vecino.
§ 1 cucharada de Maicena, seguro que al vecino no le importa dárosla porque ya tuvo que abrir el paquete para daros un poquito la semana pasada.
§ 1 boli Bic de tinta negra, aquel que os llevásteis del banco el otro día cuando firmásteis la transferencia..

Preparación.

Rompa los spaguettis por la mitad y póngalos en una olla con abundante agua y sal Cuézalos al estilo español porque a los españolitos nos gusta que la pasta no esté dura y porque unas gulas que se precien deben deshacerse en la boca.

Escúrralos y ármese de paciencia para ir pintándoles los ojitos uno a uno con el boli Bic, en esta tarea pueden ayudarle los más peques de la casa pero vigile que no les pinten sonrisitas (que la gula siempre ha sido una especie muy seria).

En una sartén eche el aceite y cuando esté caliente ligue una salsa con la maicena, la hoja de ficus bien picada y agua. Finalmente ponga en ella las conchas y las angulas y remueva.

Sírvase caliente.

Nota: los comensales quizás se extrañen de encontrar sólo las conchas de las almejas y no su carne. Para olvidar esta circunstancia debeis ir llenando rápidamente sus copas de vino (a la sexta copa ya podeis poner en ellas Don Simón).


Como veis mis invitados han quedado tan agradecidos que han rebañado todo el plato

19 julio 2007

Hoy, comida de estudiante: ¡Huevos Iñakitxo!

Es duro ser estudiante. (Tras esta afirmación, da la sensación de que yo todavía estoy en la edad de serlo. Pero no: mi situación es el limbo, ese estado intermedio entre ser estudiante y la salvación definitiva del alma).

Premisas básicas del estudiante:
a) Aunque los hay mañosos, la mayoría no saben cocinar ni lo han intentado nunca antes de convertirse en seres de la categoría estudiante. Para qué. Ya cocinaban otros en casa.
b) No distingue una lubina de piscifactoria de una piarda de charca. No le pidamos exquisiteces.
c) El número de alimentos disponibles en casa es limitado. Hay lo básico. Ya sabeis: pasta, pasta, pasta... ¿alguna lata de aceitunas, tal vez?

Así pues, he aquí la panacea del estudiante. Recetas chorra pero que están muy buenas y que lleva apenas unos minutos hacer, sin necesidad de grandes desembolsos.

Los huevos Iñakitxo no son una invención mía. Son de un tal Iñakitxo, que según contó un día en la tele Arguiñano, era alguien que no recuerdo. Ingredientes necesarios: una patata grande, un par de huevos, una lata de pimientos asados. Agarrais un buen cuchillo y cortais la patata en tiras muy finitas y alargadas, sin llegar a ser patatas paja, que tengan un poquito de cuerpo. En aceite bien calentito las poneis a freir. Jugando con la espumadera, las amontonais en la sartén en dos grupos. Eso, que se frían formando dos pelotas, pegándose las unas a las otras, navegando alegremente. Cuando los dos montoncitos de patatas estén ya con color y crujientes por el borde, echais un huevo sobre cada uno. La idea es que el huevo quede sobre la pelota de patatas, friéndose sobre ella, de manera que patatas y clara formen un todo. Cuando la clara esté cuajada es el momento de sacarlo. Con la espumadera grande, sacais el bloque completo, patata y huevo. Y ya está, así de sencillo. Los pimientos dan color y alegría, además de estar de rechupete y requerir esfuerzo cero. Ejem, la verdad es que en la receta original había una crema de pimiento, pero qué narices, somos estudiantes, ¡sudores los justos!

Bon apetit :)

18 julio 2007

Cómo hacer el peor potaje de garbanzos sevillano del mundo

Siga atentamente las instrucciones:
  1. Ponga en remojo garbanzas de calidad durante un día entero.
  2. No vaya al supermercado a comprar tomate, cebolla, ajo ni chorizo.
  3. En una olla vierta un buen chorreón de aceite de oliva virgen extra. Añada dos pimientos asados grandes, un trozo de puerro medio seco que encuentre abandonado en el frigorífico, una hojita de laurel, una pizca de pimentón molido, otra de comino molido, las garbanzas escurridas y sal. Cubra con agua y ponga a cocer.
  4. Retire del fuego (unos cuarenta minutos después si usa olla rápida) y váyase al gimnasio, póngase a trabajar o duérmase una siesta, cualquier cosa antes que abrir la olla y comprobar el grado de cocción de los garbanzos.
  5. Ya tarde por la noche, abra la olla y compruebe que los garbanzos han quedado un poco duros.
  6. Saque los avíos (en este caso, los pimientos y el puerro), tritúrelos con el pasapurés y vuelva a añadirlos sobre los garbanzos. Aparte la hoja de laurel. Vuelva a poner la olla al fuego, esta vez descubierta.
  7. Vaya a sentarse delante del ordenador y abra un blog para contar sus experiencias culinarias. No se levante de la silla hasta que perciba un delicioso olor a quemado proveniente de la cocina.
  8. Saque los garbanzos que aún son comestibles, póngalos en una cacerola con un poco de agua y devuélvalos al fuego. Recuerde que aún tiene la esperanza de que algunos queden tiernos.
  9. Vuélvase al ordenador y escriba una entrada tal como ésta. A ser posible, no queme el guiso una segunda vez. Si es que quiere que quede algo que probar, claro está.


¡Buen provecho!